Psicoanálisis, estudios feministas y género

Un cuerpo en espera

Elina Carril
ecarril@internet.com.uy

Introducción y recaudos (necesarios)

A lo largo de la vida, el cuerpo de la mujer cambia, está sujeto a períodos, a ritmos. Por sus orificios emanan sangre, leche, flujo y por su potencialidad gestante, puede parir. Los distintos momentos de la fisiología femenina: menarca, vida sexual, reproducción y menopausia, definen lo que he llamado un cuerpo en espera. La expresión fantasmática de esta espera, no está abrochada solo a la biología, aunque no pueda soslayarla ¿Qué efectos tiene en la subjetividad femenina esta espera? ¿Cómo puede incidir esta potencialidad anticipatoria, centrada en los cambios corporales? Me propongo tender algunas líneas que permitan responder a estas interrogantes, partiendo de la imposición del cuerpo en la construcción de la subjetividad femenina. El camino será diferente al propuesto por Freud acerca de "las consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica", en tanto no se trata de recurrir a la anatomía como criterio irrefutable de verdad.

Son numerosos los y las psicoanalistas, que en las últimas décadas han intentando problematizar la comprensión de la subjetividad femenina, deconstruyendo las trazas ideológicas con las que ha sido pensada y reconstruyendo en su lugar, un cuerpo de conocimientos, que incluye entre otras categorías de análisis, al género. Son varias las consecuencias teóricas que la inclusión del género como dimensión, han tenido dentro de la teoría psicoanalítica sobre la subjetividad femenina y/o masculina. Con respecto al tema de esta comunicación, señalo una: la anatomía femenina freudiana, aparece atravesada por la cultura y como dice Thomas Laqueur (1994) el clítoris y la vagina, son metáforas culturales de la biología.

Sostener la imposición del cuerpo, no implica considerar a la mujer del lado de la naturaleza y como contrapartida al varón, del lado de la cultura. Esta perspectiva concibe a la femineidad, la masculinidad o la sexualidad, en términos universales, como categorías transhistóricas, productos de una supuesta "esencia", y no como lo que son: construcciones teóricas surgidas en determinado momento histórico y en una cultura dada. No hay entonces una femineidad o masculinidad, o un único sentido de varón o mujer, pero todos lo tenemos y en su construcción intervienen el género y la anatomía y está ligada al sentimiento de sí de cada persona.

 

¿Cuál cuerpo? ¿Qué fisiología?

El cuerpo, el soma, se impone a varones y mujeres. Las percepciones de éste van dejando huellas en el aparato psíquico: el Yo es ante todo un yo cuerpo, sostenía Freud en el Yo y el Ello. Estas primeras huellas se inscriben en el marco del interjuego entre la madre y el lactante que, basculando entre los cuidados autoconservativos y libidinales, entre el afuera y el adentro, irán conformando la representación mental del cuerpo y el cuerpo erógeno.

Freud enunció, citando a Napoleón, que la anatomía era destino: la diferencia sexual anatómica deja marcas diferenciales en varones y mujeres; la mujer en la teoria freudiana, está definida por la sexualidad y ésta por algunos de los referentes anatómicos femeninos, en particular los órganos vinculados a la reproducción extendiendo sus conclusiones a la subjetividad femenina toda. La femineidad, se suelda así a la sexualidad y los avatares de ésta definen, desde el relato clásico a la psicología femenina. Queda invisible de qué manera el género interviene en la constitución de la misma.

Parto entonces parafraseando la premisa freudiana: la fisiología es destino. ¿Pero cuál anatomía, cuál fisiología y qué destinos? Ni la misma anatomía, ni el mismo destino que el freudiano. Las fantasías del cuerpo femenino están modeladas y construidas a partir del poder de las instituciones de lo simbólico, que a través de mitos sociales y creencias, imperativos y teorizaciones impregnan las representaciones inconscientes del cuerpo. Si el cuerpo marca un destino, por la fuerza con que éste se hace presente en la constitución del psiquismo, la diferencia sexual anatómica, marca un destino diferencial profundamente determinado por la significación que el patriarcado le impone a la diferencia sexual y a las posiciones que ambos, varones y mujeres ocupan en el mismo. Existe un cuerpo material, real y existe un discurso – muchos- acerca del cuerpo (acerca de lo que un cuerpo es) que va produciendo un cuerpo singular.

Este destino no será entonces ineluctable, eterno e inmodificable y en tanto estas significaciones cambian de acuerdo al momento histórico y al imaginario social, podrá o no arrojar a las mujeres a la pasividad, la histeria o la envidia por su propia disposición anatómica. Creo que es siempre necesaria una actitud vigilante, para no confundir y amalgamar la visión de quien teoriza, con la descripción de los fenómenos.

En la clínica con mujeres escuchamos un hablar del cuerpo, una preocupación por el "qué vendrá ahora", una relación particular e intensa de las mujeres con su fisiología, en un gradiente que va de aceptación gozosa al polo extremo del conflicto. Será la menstruación o la menopausia la respuesta a muchos estados de ánimo o cambios conductuales. Esta preocupación, esta incertidumbre no está en consonancia con lo que saben, no parece seguir las lógicas del proceso secundario y no está necesariamente ligada al mayor caudal de información disponible. Viene de un discurso sobre lo femenino, construido por la religión, la filosofía o la medicina, que durante siglos han descrito el cuerpo de la mujer, sus padeceres y sentires y que tiene en el " entre mujeres", una vía regia de transmisión consciente e inconsciente. Explícitos o implícitos estos discursos producen subjetividad.

En el siglo XIX y parte del siglo XX, la fisiología y la psicología de las mujeres, trastocaban a los hombres de ciencia –y no sólo a ellos y no sólo en esos años… Dice J.P. Barrán (1995) que los procesos naturales de la vida de la mujer eran de por sí enfermedades, para la ciencia de esa época. Persistió hasta no hace demasiado la metáfora "estar enferma", para referirse a la menstruación.. El saber médico, sostiene Barrán, "(...)no solo creó una imagen de lo que biológicamente era el cuerpo femenino sino que cuando, ese ser no era, procuró modelarlo, incluso quirúrgicamente, para que coincidiera con la imagen". 3

Han sido las urgencias sociales quienes han posibilitado que se fueran constituyendo los diferentes campos disciplinarios y han sido también, esas mismas urgencias sociales, las que han ampliado el campo de visibilidad de la ciencia, iluminando el territorio de lo visible. Lo que no era visible, no lo era por inexistencia, sino por la propia estructuración del campo de un cuerpo disciplinario o de una ciencia. No habrá que buscar entonces en el afán de conocimiento, las razones últimas para comprender de qué manera, ese cuerpo de mujer enfermo por su destino biológico, mudó en otro, sino que al haber cambiado la mirada, cambió por lo tanto el saber.

Durante la infancia las niñas enfrentan una serie de temores referidos a la integridad y futuro de sus cuerpos que tienen como centro las vicisitudes de la salud reproductiva de las mujeres: los partos de la madre, la regla, los abortos, las enfermedades ginecológicas y las eventuales intervenciones quirúrgicas ¿Qué incidencia tienen estas vicisitudes sobre su fantasmática corporal?

La importancia del cuerpo en la subjetividad de la mujer no ha sido aje na al interés de los y las psicoanalistas. El cuerpo propio, el de la madre, su interior y sus contenidos, son fantasías prevalentes en las niñas (también en los niños). Melanie Klein, sostenía que por este motivo las niñas tienen una relación más ambivalente y hostil con el cuerpo de la madre y que por temor a la retaliación, sienten profundas ansiedades persecutorias. La clínica con niñas, confirma estos descubrimientos, pero coincido con E. Dío Bleichmar (1997) en que estas afirmaciones de Klein y su escuela, se basan en una lectura reduccionista y reificadora del fantasma: siempre que las representaciones aludan a destrucción, sangre y muerte se trata efectivamente de deseos de destrucción. Cito a Dío Bleichmar: " Se han confundido las condiciones de representabilidad con las fuentes motivacionales. ¿Cómo pueden hacer los niños para representarse el miedo a que el cuerpo de la madre explote de tan voluminoso y puntiagudo que lo ven si no es por medio de alguna explosión imaginada? ¿Cómo hacemos para diferenciar la representación simbólica de un ataque de la de un miedo? Una mujer embarazada de mellizos soñaba, poco antes del parto, que le ponían una cremallera en el vientre y ella lo podía abrir unos centímetros y se aliviaba. ¿Cómo viviría esa desproporción del cuerpo la hija de 3 años que observa el vientre materno? ". 4

Me pregunto qué sentido la niña le podrá ir asignando y qué fantasías se podrán ir desarrollando alrededor de ese "vientre que crece en un cuerpo como el mío", que algún día será… ¿igual a ese? El deseo de la niña de tener un hijo como mamá –no con mamá- se amplifica y reafirma en un contexto que da de suyo, que lo será. Desde otra perspectiva, en un intento de superar el impasse freudiano la psicoanalista argentina Mariam Alcira Alizade, sostiene que la niña edípica abandonó a su madre, para caer en una nueva duplicación potencial basada en su anatomofisiología "(...)en una suerte de orden biológico duplicador prometido en un tiempo futuro. La maternidad recibe carga psíquica con la promesa de reencontrar en un hijo al sustituto del pene. (...) La representación- expectativa consiste en este reiterado volver a ser dos. La anatomía hace destino una vez más. De nuevo serán 'dos' 5 ". Esta duplicación, es para esta autora la explicación a la tendencia a la unión de las mujeres. Queda por fuera de la explicación de Alizade, cuáles han sido los dispositivos biopolíticos para que las mujeres "amen demasiado" o manifiesten ese anhelo de tener pareja o ser madres.

La menstruación o la sexualidad, no circulan ya por pasillos secretos, misteriosos e interdictos; por el contrario, todo es visible, lo que no significa que se vivan exentas de conflicto. La niña "sabe" que su cuerpo va a cambiar: la menarca representa para la niña un acontecimiento de gran importancia y aunque no lo entienda cabalmente, significa que ya adquirió la madurez biológica, necesaria para poder procrear y... espera. La mujer que queda embarazada sabe que su cuerpo va a cambiar y... espera La mujer madura sabe que si cruzó la valla de los 45, el climaterio se avecina. El cuerpo de la mujer, está ahí y está ahí para ella. Siempre presente sangrando, drenando, pariendo y agotándose. Pero desde niña, esperando.

El Cuerpo Anunciado

H. Bleichmar al aplicar el Enfoque Modular Transformacional al estudio de la mente, aporta algunas ideas que me han ayudado a pensar de qué manera, con qué elementos se configurarían las representaciones de esta espera. Este autor, define a las creencias matrices pasionales, como aquellas que están en el origen de las ideas de gran intensidad afectiva y que pueden convertirse en obsesivas para el sujeto que las padece. Estas ideas matrices inscriptas en el inconsciente, tienen en el proceso identificatorio su soporte psíquico. Dice Bleichmar: "Toda familia va creando entre sus miembros, desde la más temprana infancia, un acople entre determinados estados emocionales al principio globales e indiferenciados, y ciertas representaciones de personas, de cosas, de situaciones, constituyéndose de esa manera una especie de silabario básico. Cuando el niño escucha a su otro significativo que alguien tuvo "un sufrimiento atroz… es más de lo que alguien puede soportar… ni te puedes imaginar los que sufrió", quedan convocadas todas las representaciones del dolor, no solo las surgidas de experiencias propias –reales o fantaseadas- sino las aportadas por los cuentos, los mitos, las mil producciones de la cultura. Pero además, como el sufrimiento es más "de lo que se puede imaginar", en su mente se genera la convicción de que por más que piense en un dolor horrible siempre hay una posibilidad peor y sobre todo que será insoportable, con lo que se prepara el sentimiento bajo el que se vivirá". 6 ¿Cómo se prepara una niña - que escucha –aunque no le esté dirigido- relatos sobre embarazos y/o partos cursados con enorme sufrimiento y dolor- u observa a su hermana que, periódicamente sufre intensos dolores menstruales y maldice por lo alto y por lo bajo, su condición de mujer?

Creo que merecería investigarse esta relación posible entre el desplazamiento temporal que configura la espera y las fantasías inconscientes acerca del cuerpo. Que no es todo, sino aquello que del cuerpo está en constante movimiento y transformación. De qué manera este anclaje en el cuerpo que, como señalaba no lo explica todo, permite una particular relación con el tiempo que vendrá, con el futuro. A su vez, si esta familiaridad con sus modificaciones corporales, no le permite una mayor plasticidad psíquica frente a otros cambios, algo de esa "porosidad" a la que alude Kristeva cuando intenta una respuesta a lo femenino.

J. Laplanche (1996) dice que la temporalización es la manera en que el sujeto se organiza según el tiempo, y que en cada nuevo hecho, intentará tomar de sí, dentro de sí mismo una nueva perspectiva. Ante lo nuevo que anuncia el cambio corporal, esto que toma de sí, para darle un nuevo sentido ¿no vendrá a su vez marcado por el cómo deberá ser ese nuevo hecho? Si en el siglo pasado, climaterio era sinónimo de vejez, en la actualidad asistimos a una exaltación de ese período de la vida, que se parece sospechosamente a una negación.

Freud la atribuye al ritmo de investiduras y desinvestiduras el sentimiento del tiempo. En la representación del tiempo puede leerse el doble corrimiento en relación con la temporalidad objetiva y subjetiva. (Sami – Ali, 1993). Cada uno de nosotros se relaciona de manera diferente con los sucesos internos y externos según su ordenación temporal. Esto es posible sostiene Sami – Ali porque la espera y la memoria integran el presente en un futuro y un pasado proyectados, accionando ejercicio esquemas de representación que pueden ser, o bien referentes socioculturales o bien principios de estructuración derivados del cuerpo en tanto esquemas de representación o bien, por último, mezclas de unos y otros. El tiempo entonces como una representación que cada cual debe recrear. El tiempo aparece ligado entonces a un proceso de proyección sustentado en el ritmo del cuerpo y que lo amplifica para hacerlo coincidir con el ritmo de las cosas.

En la construcción de la subjetividad femenina intervendrán entonces y también, las fantasías anudadas al desplazamiento temporal y las significaciones culturales sobre su género y que en el contexto intersubjetivo la niña irá haciendo suyas. Los cambios corporales por lo tanto, adquirirán significaciones que no estarán determinadas únicamente, por los procesos fisiológicos inherentes al sexo femenino.

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Psic.Elina Carril
ecarril@internet.com.uy
Montevideo, 28 de febrero de 2002

Publicado en "El cuerpo en Psicoanálisis. Diálogos con la Biología y la Cultura" - 2002 –APU, Montevideo.

Notas

1 Así defino no solamente al cuerpo teórico freudiano sino a las propuestas posteriores que no incluyen al género en las teorizaciones sobre la constitución y modos de funcionamiento de las subjetividades sexuadas.

2 Me estoy refiriendo en este trabajo, al cuerpo en su dimensión autoconservativa (Emilce Dío Bleichmar, 1999)

3 Barrán, José P. – Medicina y Sociedad en el Uruguay del 900- Tomo 3- La Invención del cuerpo. Montevideo, 1995 . Ed. Banda Oriental

4 Dío Bleichmar, Emilce; Anorexia – Bulimia Un intento de ordenamiento desde el Enfoque Modular Transformacional – En, "Aperturas Psicoanalíticas" Nº 9 – 2000. URL: www. aperturas.org

5 Alizade, Alcira M.; El final del Complejo de Edipo en la mujer (de la duplicación a la individuación) - En "Foro de Psicoanálisis y género". URL: www.psicomundo.com/foros/genero

6 Bleichmar, Hugo – Avances en Psicoterapia psicoanalítica – Hacia una técnica de intervenciones específicas. Pag. 334-336. Paidos – Barcelona 1997

 

BIBLIOGRAFÍA

- Alizade, M. La sensualidad femenina – Buenos Aires, 1992 Amorrortu Editores.

- -------------- El final del Complejo de Edipo en la mujer- En Foros de Psicoanálisis y género"- URL/. www . Psicomundo.com/foros/género/edipo

Barrán, J.P- "Medicina y Sociedad en el Uruguay del 900 – Tomo 3- La invención del cuerpo. Montevideo, 1995. Ed. Banda Oriental

- Bleichmar, H. Avances en Psicoterapia Psicoanalítica. Hacia una técnica de intervenciones específicas Madrid, 1997- Paidós

-Dio Bleichmar, E. La sexualidad femenina de la niña a la mujer. Barcelona, 1997- Paidós.

---------------------- Anorexia –Bulimia. Un intento de ordenamiento desde el Enfoque Modular Transformacional – En, "Aperturas Psicoanalíticas" Nº 9 – 2000. URL: www. aperturas.org

- Fernández, Ana M. - La mujer de la ilusión- Buenos Aires, 1993.

- Freud, S. (1905). Tres ensayos de una teoría sexual. Obras Completas, vol. VII. Buenos Aires, Amorrortu Editores.

- Freud, S. (1925). Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos. Obras Completas, vol. XIX. Buenos Aires, Amorrortu (1979).

- Freud, S. (1933). La Feminidad. Obras completas, vol. XXII. BuenosAires: Amorrortu (1976).

- Laplanche, J.(1992) La prioridad del otro en psicoanálisis . Buenos Aires 1976. Amorrortu Editores.

- Lacqueur, Thomas(1990) La construcción del sexo. Cuerpo y el sexo desde los griegos hasta Freud. Col. Feminismos- Ed. Cátedra. 1996. Madrid

-Sami- Ali; El cuerpo, el espacio y el tiempo. Buenos Aires, 1993 – Amorrortu Editores

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