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Número 4 - Marzo 2000

Calidad y equidad en la educación de los adultos mayores:
exigencias y alcances de una demanda pendiente

Norma Liliana Tamer
ntamer@tecnored.com

El hombre no vive jamás en estado de naturaleza;
en su vejez, como en cualquier edad, su condición
le es impuesta por la sociedad a la que pertenece
Simone de Beauvoir,
La vejez

En el escenario mundial de creciente globalización de la economía, el problema demográfico aparece como un tema central en la agenda de los países desarrollados y de los países en desarrollo. La tendencia hacia un creciente envejecimiento de la población cobra particular importancia por las repercusiones que presenta este fenómeno en los aspectos social y económico.

Sin embargo, el envejecimiento personal y social visto sólo desde la dimensión cuantitativa de las personas mayores de 60 años y más, en la población de América Latina, aún desde sus proyecciones hacia el tercer milenio no alcanza a expresar la real complejidad de la situación actual y menos el problema en el futuro.

Desde el panorama demográfico, se vuelve esencial profundizar la investigación en torno al problema de las crecientes proporciones del grupo etario de personas mayores dentro de la población total, para derivar de ella propuestas orientadas a atenuar las consecuencias negativas que este hecho puede provocar en la sociedad y en la economía.

Los cambios económicos afectan a los países, las empresas y los trabajadores. Algunas de las transformaciones que se están produciendo ahora, que se supone continuarán en el siglo XXI y que pueden afectar a la economía y a las personas de edad, se producen debido a tres tendencias principales: la globalización y el desarrollo de una economía mundial, los avances tecnológicos y la reestructuración de las empresas y las industrias. El envejecimiento de las poblaciones en los países industrializados puede influir en cada una de esas tendencias .

El envejecimiento de la población altera no sólo las relaciones entre los grupos de edades sino también la estructura interna de las mismas. En el primer caso, se han observado cambios en la relación de dependencia potencial que, si bien disminuye en términos globales, cambia al mismo tiempo su composición interior, reduciendo el número de pasivos potenciales menores de 20 años y aumentando el de mayores de 60. Otras consecuencias del envejecimiento general de la población son el incremento de la proporción de personas de mayor edad dentro de la población potencialmente activa y el aumento de los viejos-viejos dentro del conjunto de personas de la llamada tercera edad.

Actualmente queda en evidencia el desafío técnico y científico de la temática de la vejez, no sólo desde una perspectiva médica, de la salud o económica, sino lo que significa también desde la dimensión social, política, cultural y pedagógica.

Los aspectos económicos, de la seguridad social, los servicios institucionales, los del hogar, la protección y bienestar de los ancianos, la calidad de vida en la vejez, la búsqueda de medios para que continúen una vida autónoma e independiente, son algunos de los temas que están siendo debatidos de manera interdisciplinaria.

El proceso de envejecimiento poblacional, que implica cambios en el peso relativo y también en el número absoluto de personas en los distintos grupos de edades, tiene consecuencias económicas y sociales cuyos efectos pueden ser negativos si la sociedad no logra adaptarse a las nuevas situaciones y el gobierno no diseña políticas de mediano y largo plazo que puedan orientar, positivamente, el fenómeno. En consecuencia, políticos y planificadores, en la búsqueda de soluciones a esta preocupante situación, deben replantearse los modos de gestión y distribución de los recursos y coordinar acciones destinadas a satisfacer las necesidades básicas de las personas mayores.

La política social -considerada como conjunto de acciones que impulsan el Estado y las organizaciones de la sociedad civil para resolver cuestiones visualizadas colectivamente como problema- ha incorporado la problemática de la tercera edad como uno de sus sectores prioritarios.

Ya a comienzos de los años 80, casi sin excepciones, la agenda de discusión política relativa al envejecimiento incluye aspectos que van más allá de la promoción y defensa de políticas tradicionales de empleo y de jubilación. La aparición de un paradigma superador del basado en el modelo biológico hegemónico permite incorporar, de manera sistemática, la discusión de los factores y procesos que aseguran mejor calidad de vida en la vejez.

Existe una variedad de nuevas estrategias e iniciativas orientadas a sentar las bases de una política de acciones y de servicios para los mayores de nuestra sociedad que trata de compatibilizar exigencias de justicia y equidad sociales con los requerimientos impuestos por una racionalidad económico-administrativa.

En nuestro país, como en otros de Latinoamérica, en la última década se ha alcanzado un consenso a nivel político-administrativo y de opinión pública respecto a la necesidad de atender con un sentido de urgencia y prioridad los problemas emergentes del aumento lento, pero manifiesto de la población de personas de 60 años y más.

El incremento del número de personas mayores ha provocado intensos debates públicos sobre temas tales como costos de seguro social, atención de la salud, inversión educativa que están directamente relacionados con los cambios en la estructura de edad de la población.

Ante la complejidad de la problemática del envejecimiento personal y social y la urgencia de anticipar propuestas, si bien se reconoce la necesidad de la participación interdisciplinaria e interinstitucional, desde el ámbito educativo no se ha dado una respuesta satisfactoria a la nueva demanda que surge del grupo constituído por Adultos Mayores con posibilidades de seguir actuando de manera activa en su comunidad.

La experiencia de los países muestra que cuando los gobiernos reconocen la compleja y multifacética naturaleza social del problema comienzan a promover la elaboración de políticas y a llevar a cabo programas encaminados a proporcionar a los mayores servicios que resultan esenciales para que puedan adaptarse a los cambios que el envejecimiento produce en sus vidas.

Hay acuerdo entre los gerontólogos acerca de algunos principios generales fundamentales que contribuyen a definir las metas y determinar los recursos de los programas destinados a satisfacer las necesidades esenciales de la vejez. Tienen presente que todo sistema orientado a asegurar niveles de bienestar, autonomía, competencia y actividad aceptables de las personas de edad, debe suministar un número amplio y diversificado de servicios.

Para que estos servicios sean eficaces deben ser sumamente accesibles y flexibles de modo que se adapten rápidamente a necesidades y situaciones que varían incesantemente. De igual modo, los sistemas de distribución de servicios para los Adultos Mayores deben permitir el empleo más eficaz posible de los recursos sociales existentes: las instituciones, la comunidad, la familia y las mismas personas mayores.

Debido a la heterogeneidad de necesidades, motivaciones e intereses que se da en los grupos de personas mayores generada por la mayor diferenciación que se produce al ir avanzando en edad como resultado de las particularidad de la historia de vida contextualizada, la organización de propuestas, acciones y servicios es una empresa sumamente complicada y difícil. Requiere, ante todo, tener en cuenta el principio fundamental de que las necesidades no son idénticas, lo cual genera la demanda de políticas y acciones específicas y diversificadas.

Hay consenso en clasificar los servicios y acciones destinados a la vejez en tres categorías:

Esos servicios se derivan del reconocimiento de tres subgrupos en la población etaria de los mayores:

Un dato a tener en cuenta por su relevancia en orden a una intervención adecuada es que, según cifras de la Organización Mundial de la Salud, el 65% de las personas de 60 años y más son autoválidas, el 25 o 30 % tienen alguna discapacidad ,pero con posibilidades de adaptación y sólo el 5% restante están afectadas de demencia senil. De acuerdo con cifras actualizadas en nuestro país, el porcentaje de personas de 60 años y más que están institucionalizadas no excede del 1% de ese grupo etario. Esto significa que la mayor parte de las personas de esa edad viven en la comunidad, lo cual justifica ampliamente la definición de políticas y la programación y ejecución de acciones al respecto.

Es ya un conocimiento generalizado el admitir que postergar la institucionalización todo lo posible y promover el autocuidado, el apoyo familiar y el de la comunidad constituyen las alternativas más humanas, equitativas y eficaces con que se cuenta.

Tanto en América Latina como en Argentina en particular, el nivel de respuesta a las nuevas y complejas demandas gerontológicas ha sido, en general, hasta ahora, muy escaso y generalmente concentrado en atender las necesidades visualizadas desde una imagen negativa del envejecimiento y de la vejez y, por consiguiente, limitadas al tercero de los subgrupos mencionados. Con respecto tanto a las políticas como a los programas y servicios sociales en relación con las demandas del primer y segundo subgrupo antes caracterizado, se les ha asignado, hasta el momento, un grado muy bajo de prioridad y un apoyo insuficiente.

Esta desproporción entre las actuales e inéditas demandas de las personas de edad y la disponibilidad de ofertas y servicios diversificados se debe, en gran parte, a factores históricos, ideológicos, sociales, económicos y organizacionales que han influído en los procesos de elaboración de políticas a lo largo del tiempo.

En los países que han dado importancia a los problemas de la vejez, la elaboración de políticas se ha visto frustrada, muchas veces, por dudas acerca de la racionalidad económica de destinar recursos a solucionar los problemas de una minoría improductiva. Este fenómeno se ha hecho sentir en el campo de las políticas de la seguridad social en lo relativo, por ejemplo, a pensiones y mecanismos de equilibrio pensiones-ingresos y de la salud pero, sobre todo, en el de la educación que se manifiesta con la exclusión generalizada de las oportunidades de aprendizaje.

Educación, calidad de vida y dignidad humana: hacia la construcción de una aspiración compartida.

"La educación a lo largo de la vida representa para el ser humano una construcción continua de sus conocimientos y aptitudes y de su facultad de juicio y acción. Debe permitirle tomar conciencia de sí mismo y de su entorno y desempeñar su función social en el mundo del trabajo y en la vida pública".

Jacques Delors
Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI

 

Estamos caminando tiempos de transición lo cual exige definir un rumbo, elegir una dirección, atisbar un destino para las generaciones próximas y para nosotros mismos.

La ausencia de ideas consensuadas que integren a la sociedad en un proyecto común convierte a este fin de siglo en un tiempo muy particular en el cual la educación está llamada a cumplir un rol fundamental para la elaboración de políticas, estrategias y acciones basadas en el desarrollo humano contextualizado, tendiente a sostener posibilidades reales de equidad, dignidad y calidad de vida para todos.

Contribuir a elaborar una agenda para debatir sobre la educación y su relación con el desarrollo lleva a la necesidad de revisar supuestos pedagógicos, sociales y económicos erróneos o, al menos discutibles, que están detrás de esas políticas y estrategias.

Al respecto, un punto de conflicto resulta de la dificultad misma para acordar el significado de las categorías "calidad" y "equidad", términos que son usados con tan amplias y disímiles connotaciones que impiden llegar a precisiones válidas y consensuadas. Si esto es así, en general, mucho más complejo resulta cuando se trata de "la calidad de vida" y "la equidad" referida a las Personas Mayores y sus oprtunidades de desarrollo. En este sentido, algunas vías para una resolución favorable resultan de las posibilidades para:

Si nos circunscribimos al ámbito de las oportunidades educativas ello exige, una concepción de educación que fundamente tal posibilidad de transformación personal en un mundo también en transformación. Una educación sustentada sobre una base sólida que se construye y concreta en el protagonismo significativo de las personas, de cualquier edad y en cualquier situación, como consecuencia de privilegiar tanto la diversidad como la autonomía de espacios en que ese protagonismo sea realmente posible.

En consecuencia con lo antes expuesto, lo que aquí se plantea es una propuesta alternativa de promoción y acrecentamiento personal fundada en el reconocimiento de la heterogeneidad en la vejez, que lleva a una política educativa basada en el respeto por el sentido de la vida y por la dignidad de las personas, sin limitarse a la edad cronológica o a la situación socio-cultural (1).

Algunos principios y cuestiones fundamentales de la propuesta para el desarrollo y la educación de los Adultos Mayores

La importancia que ha adquirido el problema de la educación de adultos y, en particular, la de los Adultos Mayores en nuestro tiempo, especialmente en su adecuada formulación de cara al futuro obliga a pedagogos, sociólogos y políticos a enfocarlo con el necesario rigor, en sus diferentes aspectos y aplicaciones. La fundamentación teórica se hace indispensable, como previa a un planteamiento correcto, racionalmente concebido, y también como consecuencia de la evaluación de las experiencia positivas y negativas que han proporcionado las diversas intervenciones según enfoques tradicionales. Ante ello, es necesario examinar la cuestión que implica la nueva demanda de Educación Permanente en las Personas Mayores con la necesaria actitud crítica que el tema requiere, de tan amplias y profundas consecuencias humanas y sociales.

Un eje significativo en las discusiones en este ámbito lo constituye la resignificación del rol de las personas mayores en la sociedad de modo tal que garantice para ellos su participación plena y activa. Esto implica, necesariamente, el conocimiento de los cambios biológicos, fisiológicos, psicológicos y sociales que se dan en este ciclo de la vida y sus repercusiones en cada contexto.

La irrupción de este tema en el campo de las disciplinas científicas es de reciente aparición y, por lo tanto, constituye un ámbito muy dinámico de reflexión y de producción de nuevos conocimientos, en un incipiente proceso de desarrollo armónico (2).

Las aún dispersas labores de investigación, intercambio de información, educación y capacitación en gerontología han contribuído a dificultar la comprensión holística del proceso de envejecimiento y sus implicaciones personales y sociales.

A partir de los años cincuenta, los resultados de los estudios evolutivos, al abarcar todos los períodos del desarrollo humano, dieron lugar a estudios más intensivos respecto al ciclo de la adultez, en general, y de la vejez, en particular, concentrándose en las capacidades intelectuales. Tales estudios hicieron posible la explicitación y generalización de las objeciones a los presupuestos con los que obtuvieron sus resultados las teorías sobre el declive de la inteligencia y llevaron, entre otras derivaciones, a evidenciar el carácter reduccionista y supletorio de la Educación de Adultos, basada en teorías de aprendizaje condicionadas por concepciones de evolución-involución de la persona, según el modelo funcionalista preponderante.

A ello se suma, asimismo, un rasgo característico de nuestro tiempo como lo es el de "mayor y nueva forma de demanda educativa" que lleva a sostener la urgente necesidad de ampliar, en tiempo y espacio, el Sistema Educativo y/o a proponer líneas alternativas para su transformación coincidiendo, igualmente, con las reformas educativas de los diferentes países.

Es dado tener en cuenta que la oferta de actividades educativas para personas de edad implica no sólo la ampliación de las oportunidades actuales de formarse en este ciclo del desarrollo vital sino que constituye una alternativa de reparación de las desigualdades sociales y culturales construídas históricamente.

Para la mayoría de los Adultos Mayores, su inclusión en un programa educativo no es sólo una oportunidad de reentrenamiento intelectual sino que es la posibilidad de concretar una experiencia de diálogo, de participación real en las decisiones vinculadas al contenido y las modalidades de su propio y personal proceso formativo.

Sin embargo, sólo existen ofertas dispersas para una demanda aún desatendida. Demanda que incluye pensar en nuevos educadores para nuevos tipos de educación, proponer un nuevo marco formativo para una pluralidad de perfiles, de nuevos estilos de gestión educativa, de currículos y metodologías apropiadas e, igualmente, precisar la responsabilidad de los centros educativos en esta actividad..

Por su parte, la Universidad como Institución Educativa comprometida con el acontecer histórico de la Sociedad en la que está inmersa, no puede permanecer ajena a la complejidad con que se plantea tal problemática en nuestros días y a la que aún se ofrece prevalentemente programas asistencialistas o meramente recreativos. Más bien le urge diseñar también su propuesta desde "su" propio lugar social y sumarse a otras instancias para definir políticas y acciones que respondan a un abordaje integral y comprensivo del envejecimiento personal y social.

Hoy ya existe consenso, como consecuencia de un importante resultado de la investigación de los fundamentos de cualquier tipo de acción, acerca de que el envejecimiento psicológico, es decir, el comportamiento y las vivencias de la vejez sólo en una pequeña parte está determinado de manera biológica. En cambio, está ampliamente motivado por factores ambientales, sociales y culturales difíciles de separar. Ello da lugar a indagar nuevas posibilidades de desarrollo durante todo el curso de la vida, aun en la vejez.

Aquí es oportuno tomar en cuenta que con la ampliación de la esperanza de vida (75/80 años) se dan 15 ó 20 años de vida "después de los 60", que no sólo justifican sino que hacen imprescindible contar con "espacios" de participación para ese sector de la población. Por ello, en primer término es necesario superar, definitivamente, el paradigma asistencialista de la vejez fundado en el modelo médico por el cual sólo se la percibe y evalúa desde la mirada del deterioro, el desgaste, el déficits, la minusvalía generalizada. Es necesario, en cambio, ofrecer otras alternativas que respondan a la nueva concepción de Adultos Mayores fundada en los avances de las investigaciones multidisciplinarias (gerontológicas, psicológicas, sociales, pedagógicas y de las neurociencias en general).

Basados en tal concepción holística e iluminadora resulta muy natural distinguir la actual existencia, dentro de la población etaria de los Mayores, del subgrupo constituído por aquellas personas sanas o competentes, dispuestas a continuar su vida de manera autónoma, independiente y participativa (3). Es posible advertir, fácilmente, que:

Entendemos que desde una concepción educativa centrada en la persona debe atenderse a su formación "a lo largo de la vida". Por lo tanto se debe prever acciones educativas también "para" y "en" la vejez normal. En este sentido, una tarea educativa de central importancia es promover una actitud personal y social, consciente, responsable y comprometida de aprendizaje permanente. Éste es aquí entendido como aprendizaje de por vida, en función de las oportunidades existenciales durante el curso de la vida por las que las personas se reconocen y comprenden constantemente a sí mismas y a sus ambientes o entornos, dentro de sus formas y relaciones en constante transformación.

Hablar de aprendizaje permanente (4) nos remite, igualmente, a dos procesos que, si bien se presentan como contrapuestos, ambos son connaturales y propios de la naturaleza humana. Ellos son desarrollo y envejecimiento. Las características que van tomando dichos procesos se ven afectadas por las rápidas transformaciones que se producen constantemente en el medio social humano. En este orden, no es difícil observar las contradicciones, verdaderas paradojas, en las que vivimos. Si bien algunos de estos cambios resultan beneficiosos para la vida de las personas, la mayoría de ellos son desfavorables al generar nuevos riesgos y nuevos problemas sociales como sucede, entre otros, con los relativos a la morbilidad, al envejecimiento prematuro, a la escasa longevidad (a pesar de la tan anunciada amplitud en la esperanza de vida), a la falta de trabajo tanto para los jóvenes como para los adultos y mayores aún activos.

De acuerdo con lo antes expuesto se puede decir que, desarrollo humano, en cualquier circunstancia o momento de la vida, es igual a crecimiento de crisis estructural en crisis estructural (5). En este sentido, es importante destacar que la formación continua de las personas es posible en la medida en que se vayan superando, paso a paso, a través de los distintos ciclos de la vida, las crisis típicas o propias que cada una de dichas fases les van presentando (6).

La crisis entendida positivamente como crisis de crecimiento (y, la vejez puede ser entendida así) "resuelve" pues, una situación, pero al mismo tiempo designa el ingreso en una situación nueva que plantea sus propios problemas (7). El hablar de cambios que se van dando en el ciclo vital, según las crisis normales del desarrollo, nos lleva, necesariamente, al concepto de "devenir" como devenir cualitativo por ser más apropiado a una concepción de existencia humana cuya meta es "llegar a ser" completamente humano, es decir, realizar todas las potencialidades de ser-en-el mundo. Este es un proyecto al infinito y difícil de concretar porque la elección de una posibilidad siempre significa excluir todas las demás.

Ese concepto de "devenir" aplicado a la existencia humana nos sugiere la idea de proyección, de adelanto, de autosuperación en un proceso siempre perfectible e inacabado de formación en el que se pueden distinguir tres tareas esenciales que se manifiestan de manera diferente, según los distintos momentos del ciclo vital.

La exigencia fundamental de encontrarnos con nosotros mismos en una tarea que nunca termina debido a la inabarcabilidad del ser humano, presenta cada fase o ciclo de la vida, aún el de la vejez, como un momento más de la agitada búsqueda, como una oportunidad más, digna y válida, para acceder al autoconocimiento y autopertenencia. Es así que la pregunta por el sentido de la vida, propia de la condicionalidad humana, se da a lo largo de la existencia humana, pero se presenta de manera diferente: con aire desconcertante en la adolescencia, con tonalidades dramáticas en la adultez, como desafío a la persona en la vejez. De acuerdo con ello, el modo de vida en la vejez dependerá del aprendizaje que los Mayores logren para resignificar los espacios: con los objetos, con la familia, con otras personas, consigo mismo.

Entendido así el proceso de desarrollo humano que conlleva el proceso de educación permanente, sin tiempo definido ni determinado de duración, implica el principio de enfrentamiento activo con una situación vital que lleva, necesariamente, a desplegar una nueva e inédita respuesta, una nueva orientación. En consecuencia, se le presenta un gran desafío a la educación de hoy y en proyección al tercer milenio: generar y organizar las mejores condiciones y oportunidades para que todos, a cualquier edad, condición y circunstancias, tengan posibilidades de concretar sus potencialidades de crecer y crear para su propio bien-estar y el de las comunidades que los contienen.

 

El aprendizaje Sistemático en las Personas Mayores desde su práctica

En muchas de las propuestas y programas ofrecidos para la población de los Adultos Mayores existe aún hoy el predominio de una política asistencialista basada en un criterio homogeneizante de la vejez que interfiere de manera negativa en lo que respecta, particularmente, a las intervenciones con propósitos educativos.

Es por ello oportuno evidenciar la viabilidad de propuestas educativas "para"y "en" la vejez sustentadas, tanto en el reconocimiento del potencial de desarrollo cognitivo-social particular y propio de este ciclo vital, como en la necesidad e importancia de promover y estimular sistemáticamente tal capacidad para contribuir a mantener las mentes ágiles y la participación social de los mayores.

Los avances en el campo de la Pedagogía y de la Psicología del Aprendizaje referidos a las personas mayores resultan demasiado lentos, sin correspondencia con las necesidades e intereses actuales, inhibidos o retrasados por resultados de investigaciones y elaboraciones teóricas, muchas veces contrapuestas debido a diferencias paradigmáticas como resultado de teorías históricas de fuerte arraigo en el imaginario social.

Ante ello, una fuente de información relevante lo constituye el análisis de datos que proporciona la práctica educativa con Adultos Mayores, en el ámbito de las instituciones educativas.

En nuestro país, la educación de las personas de edad constituye un hecho relativamente nuevo que plantea, a la teoría y práctica pedagógica, numerosos interrogantes y desafíos.

Desde hace ya más de una década, cada vez con mayor fuerza aparecen y/o se fortalecen en nuestras universidades argentinas, en especial en las de carácter público, las alternativas educativas y culturales para los Adultos Mayores. Sin embargo, aún están dirigidas a atender poblaciones focalizadas, dentro del área de influencia directa de cada universidad, con características diversas según cada contexto, pero no resultan suficientes para responder a la demanda de los grupos mayoritarios. Dado lo cual, es necesario consolidar la necesidad de llevar a cabo acciones sostenidas por fundamentaciones que, generadas en los ámbitos académicos, permitan respaldar políticas sociales centradas en salvar la exclusión existente frente a la inédita situación, tanto por las características cuantitativas como cualitativas, que plantea el grupo etario de los Adultos Mayores a la sociedad de nuestro tiempo.

La temática es sumamente novedosa puesto que abre nuevos campos de conocimiento que seguramente movilizarán acciones fundamentales en la próxima década.

En este sentido resultan valiosas las reflexiones sobre la práctica educativa (8) que llevan a sostener principios pedagógicos de fundamental importancia para el desarrollo de actividades sistemáticas (formales o no formales) con personas mayores.

 

PEAM-UNSE: un proyecto educativo en marcha

En el marco del Programa Educativo de Adultos Mayores (PEAM) en la Universidad Nacional de Santiago del Estero (UNSE) se genera la práctica educativa "con" Adultos Mayores tendiente a formalizar teorizaciones y bases conceptuales de un modelo educativo fundado en el desarrollo cognitivo-social propio del ciclo vital de la vejez. Desde su creación en 1995, el PEAM-UNSE ha constituído un espacio pertinente para la observación, seguimiento y análisis de los procesos, mecanismos y dinámica que se ponen de manifiesto en las personas mayores consideradas como sujeto de aprendizajes sistemáticos.

Dicho Programa tiene como propósito organizar y desarrollar una propuesta educativa institucionalizada centrada en la persona, en sus posibilidades de formación permanente, como respuesta a la demanda específica de la población de Adultos Mayores de nuestra provincia con una doble intencionalidad:

 

Principios básicos

Objetivos del Programa

Destinatarios

El Programa está abierto a todas las Personas Mayores autoválidas de 50 años en adelante cualquiera sea su trabajo o profesión.

Requisitos de ingreso

Para el ingreso al PEAM-UNSE no se requiere acreditación de educación formal ni poseer estudios previos.

La propuesta académica de la UNSE, orientada según las necesidades e intereses de los Adultos Mayores, está estructurada en cinco áreas ( Comunicación y Expresión, Humanístico-Cultural, Tecnología, Salud y Recreación) que contienen la oferta diversificada de Cursos/talleres sistemáticos, de niveles de complejidad creciente, con metodologías de enseñanza-aprendizaje, en correspondencia con las características del sujeto de aprendizaje y con sistemas de evaluación específico.

El desarrollo de dicho Programa permite fundamentar, cada vez con mayor rigurosidad, ciertos principios básicos del aprendizaje en las personas mayores con respecto a las disposiciones intelectuales, el metaconocimiento, la memoria, la atención, el ritmo del aprendizaje, las motivaciones, los intereses, las diferencias individuales y los sistemas de comprensión cognitiva.

Aspectos descriptivos del PEAM-UNSE

Los siguientes son datos basados en cuestionarios aplicados a una población ingresante de 686 personas mayores de 50 años participantes en el PEAM-UNSE.

Para la caracterización de dicha población se toman los datos surgidos de la muestra (n=172) que permite señalar que el 86.63% de los participantes lo constituyen mujeres. El estado civil predominante es el de casado (49,42%), viudos lo constituyen el 26,74% y soltero el 17.44%. Muchos de ellos aún viven con hijos (60,47%) o con otros familiares. Sólo el 13,95% vive solo. El 84,88% de ellos son jubilados y cuentan con beneficios de seguridad social.

En cuanto a la participación social que desarrollan se divide entre actividades en instituciones de carácter religioso (29,07%) y en centros o asociaciones de jubilados (23,84%); en otros ámbitos (instituciones culturales, comisiones vecinales y entidades gremiales o sindicatos) es escasa.

Es interesante observar que con respecto al nivel de escolaridad, el 63,37% realizó estudios de nivel secundario, mientras que un 21,51% alcanzó el nivel terciario o el universitario. Esto, sumado a la frecuencia de lectura de diario ( el 75% lo hace todos los días), al hábito de escuchar radio (83,14%) y tipo de programas radiales que escuchan (informativos el 54,01%) da lugar a sostener que los inscriptos en el PEAM constituyen un grupo de personas mayores activas en condiciones de continuar su formación permanente.

Acerca de las motivaciones

Interrogados los participantes del programa acerca de sus propias motivaciones manifiestan una pluralidad de intereses que reflejan sus características personales y las necesidades particulares en correspondencia con sus historias de vida. En el caso de la mayoría de las participantes son docentes jubiladas, situación comprensible a partir de los datos antes señalados (población preferentemente femenina con estudios secundarios) dado que para la generalidad de la generación de que se trata, la modalidad magisterio constituía el máximo objetivo como perfil profesional.

Es de destacar que las principales motivaciones expresadas están vinculadas más con el desarrollo cognitivo ("el deseo de aprender" en un 42.28% y "demostrar capacidad de aprender en un 11,11%) y social ( "ganas de sentirse útiles" en un 25,93%) que con la necesidad de compañía ya que "para no sentirse solo" es el motivo indicado por un escaso 4,32%.

Con respecto a "la ocupación del tiempo libre" entendida como "tiempo de ocio" y "entretenimiento y recreación", considerada como motivación central cuando se trata de organizar actividades con personas mayores, sólo es señalada por los participantes al PEAM en un 13,89%.

Llama la atención los resultados de la indagación acerca de las motivaciones ya que, muy al contrario de lo que habitualmente desde el exterior se estima como necesidades e intereses de los Adultos Mayores, lo que ellos mismos sostienen es que el aprender algo nuevo es un objetivo fundamental y una segura fuente de motivación intrínseca, puesto que no tiene como finalidad inmediata ocupar el "tiempo libre" sino demostrarse a si mismos y a los que los rodean que todavía pueden aprender y proyectarse con originalidad y creactividad en acciones y producciones referidas a ámbitos académicos, culturales y profesionales.

Qué esperan lograr con la participación en el PEAM

En primer lugar sus expectativas están orientadas a "adquirir conocimientos generales"(25,48%), mientras que en un segundo orden esperan "fortalecer su propia imagen y "mejorar el cuidado de la salud y el bienestar" (18,51% y 18,27% respectivamente). Las inquietudes en relación a participar en actividades culturales y hacer nuevos amigos señaladas en tercer lugar, están vinculadas generalmente con actividades intencionadamente pedagógicas.

Los intereses manifestados respecto a continuar su desarrollo personal y social para mantenerse como miembros activos de su comunidad, no aparecen necesariamente relacionados con la expectativa de "capacitarse para un trabajo remunerado" ya que esta inquietud es expresada por un 4,81% sino más bien como un derecho a una actividad por la cual le es posible encarnar los valores de creación y dar sentido y dignidad a su vida en este ciclo vital.

En tal sentido, ellos entienden que implica disponer de posibilidades y alternativas para el ejercicio concreto de actividades en diferentes áreas según aptitudes y preferencias como así también que la edad cronológica no es justificativo para eximirlos de toda responsabilidad ante sí mismos y ante los demás.

Acerca de las relaciones pedagógicas desde la práctica.

Un análisis interesante resulta de la indagación acerca de las motivaciones de los docentes que presentan sus propuestas al Programa Educativo de Adultos Mayores. Para muchos de ellos, en general los más jóvenes, introducirse en este ámbito les resulta algo más que una posibilidad de trabajo ya que lo perciben como un desafío en el ejercicio profesional o una innovación a sus prácticas docentes.

Las evaluaciones realizadas al respecto, permiten advertir acerca del diálogo intergeneracional que se produce como resultado del encuentro de docentes y participantes. El intercambio de experiencias enriquecido por la ruptura de la brecha de las diferentes edades es una de las características más marcadas por el profesor o la profesora "joven" y los alumnos mayores.

Los Cursos/Talleres son verdaderos lugares de encuentro personal donde cada uno de los participantes descubre sus nuevas posibilidades que se revierten, para ellos, en fuente dinamizadora de nuevos aprendizajes.

En el caso de los docentes, los logros se dirigen al fortalecimiento de estrategias y recursos didácticos sumado a una profunda gratificación por la tarea.

En cuanto a rasgos que se destacan en los grupos de aprendizaje entre mayores, es posible observar tanto el entusiamo y esfuerzo sostenido frente a las actividades, como el de solidaridad y acompañamiento mutuo.

Las reflexiones sobre la práctica educativa desde 1995 en el PEAM-UNSE llevaron a confrontar empíricamente principios pedagógicos de fundamental importancia para el desarrollo de actividades sistemáticas (formales o no formales) con personas mayores y a confirmar que las posibilidades de aprendizaje en la vejez no dependen tanto de la edad como de las condiciones en que se realiza. La capacidad de aprendizaje sistemático está, más bien, condicionada por una serie de variables propias de la situación personal de cada historia de vida como del ambiente más o menos estimulante en el que vivió y vive el Adulto Mayor.

Conocer dichas condiciones para organizar propuestas particulares y promover situaciones y ambientes educativos estimulantes al pensamiento original y crítico permite asegurar la calidad del aprendizaje sistemático también en las personas mayores. En este sentido es posible señalar algunos principios básicos que se convierten en marco de referencia para la organización de propuestas educativas con Adultos Mayores:

Algunos Principios e ideas-eje para la organización de actividades educativas que tengan a los Adultos Mayores como sujetos de aprendizaje.

Una propuesta educativa enmarcada en los propósitos antes señalados implica:

En la dimensión teleológica:

En la dimensión metodológica:

Teniendo presente lo antes señalado, cabe sostener que si la capacidad potencial de formación existe aún en las edades más avanzadas de la vida, de lo que se trata más bien, cuando nos referimos al aprendizaje en las personas mayores, es de la necesidad de ofrecer, desde distintos ámbitos e instancias, posibilidades diversificadas, pertinentes y sistemáticas, estimulantes para el entrenamiento de las aptitudes físicas y mentales, para la mayor frecuencia de los contactos sociales y la actividad personalizante y socialmente valiosa.

Ese será uno de los modos de hacer realidad la calidad de vida y las oportunidades concretas de un desarrollo humano permanente y posible para todos.

Notas

(1) Los fundamentos antropológicos que respaldan esta propuesta pedagógica pueden encontrarse en El envejecimiento humano y sus derivaciones pedagógicas (Tamer,1995)

(2) Al respecto Flecha (1994: 73) destaca: "A nivel mundial, el actual auge de la EA está brotando en un clima de revolución de las concepciones tradicionales sobre el ciclo vital humano, que tenían uno de sus cimientos más poderosos en el concepto estático de adultez. Mientras que la infancia y la adolescencia fueron definidas como épocas propias para la evolución afectiva y cognitiva, la adultez se consideraba estática y/o decreciente. Sobre estas bases se edificaron tanto los sistemas escolares como el corpus de conocimientos psicopedagógicos".

(3) Dada la importancia que reviste el incremento progresivo de la población de las personas mayores y la necesidad de promover su calidad de vida, este ámbito centraliza, cada vez más, la atención de los gobiernos y organismos nacionales e internacionales. Así, por recomendación de la UNESCO se instituyó, en 1999, el Año Internacional de las Personas de Edad bajo el lema: "Hacia una Sociedad para todas las Edades" con la intencionalidad de promover acciones fecundas, en los diferentes países, para un importante sector generalmente excluído de las posibilidades de desarrollo permanente.

(4) En este contexto, con el término "permanente" se quiere remarcar que en el concepto de educación se reconoce tanto su naturaleza fundamental inmanente al ser del hombre y a su trascendencia, como también el objetivo de facilitar la ampliación de espacios vitales de creatividad, autonomía y participación social, al desechar los esquemas que pretenden encerrarla en etapas cronológicas, instituciones, programas y métodos que una organización sociopolítica y cultural le ha ido imponiendo a lo largo de la historia, en nuestra realidad latinoamericana, pero que son condicionantes y limitantes de un proceso de auténtica personalización.

(5) El sentido original de "crisis", (sustantivo derivado del verbo "kryneien" que significa distinguir, separar, decidir, juzgar nos lleva al concepto de "juicio" (en tanto que decisión final sobre un proceso), "elección" y en general terminación de un acontecer en un sentido o en otro.

(6) Guardini (1977: II)al hablar de las edades de la vida nos dice que "cada apartado de la vida presenta algo nuevo"... "en el hecho de que cada fase sea nueva, y no existiera antes, y sea única y pase para siempre, es donde reside la tensión de la vida: el íntimo incentivo para vivirla" ... Las fases que acabamos de nombrar están separadas por crisis bien definidas: entre la infancia y la adolescencia: la crisis de la pubertad; entre la adolescencia y la edad adulta: la de la experiencia; entre la edad adulta y la madurez, la experiencia de los límites o crisis de la comprensión vital; entre la madurez y la vejez, la crisis del desapego.

(7) Guardini (1977:II) al referirse a las fases de la vida nos dice que"son formas auténticas de vida que no se pueden deducir una de otra". "Cada fase tiene su carácter propio, que puede marcarse de modo tan enérgico que para quienes la viven se haga dificil pasar de ella a la siguiente".

(8) Los resultados del Proyecto de investigación "Posibilidades y condiciones de educación en las personas mayores de Santiago del Estero" (1995-1997) y el estado de avance del Proyecto "El aprendizaje orientado a la reinserción activa de los Adultos Mayores en Santiago del Estero" (1998-2000) complementados con las reflexiones sobre la práctica educativa llevada a cabo en el marco del Programa Educativo de Adultos Mayores (PEAM-UNSE) institucionalizado en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, (Argentina) por Resolución Rectoral Nro.591/95 partir de julio de 1995, en el ámbito de la Secretaría de Extensión Universitaria y Bienestar Estudiantil, proporcionan conocimientos y confrontaciones teoría/praxis de fundamental importancia para el desarrollo de actividades sistemáticas (formales o no formales) con personas mayores.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Freire, Paulo. Pedagogía de la esperanza. Un reencuentro con la pedagogía del oprimido. Siglo XXI ed. Méico, 1993

Guardini, Romano. La aceptación de sí mismo. Las edades de la vida. Ed.Cristiandad. Madrid, 1977.

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BASE DE INFORMACION O CONOCIMIENTO

- Fuentes teóricas directas de referencia: las investigaciones realizadas desde la perspectiva pedagógica a partir de 1987: "Lineamientos para un Modelo Integral de Educación de Adultos de la Tercera Edad" -Tesis de Magister Scientiae en Educación con énfasis en Educación de Adultos. Univ. de Costa Rica, 1989. "El envejecimiento Humano desde una concepción personalista: sus derivaciones pedagógicas" -Tesis Doctoral. Córdoba, Argentina. 1993. Avances en el Proyecto de Investigación: "Posibilidades y Condiciones del Aprendizaje en los Adultos Mayores de Sgo.del Estero"(1996-1997) y "El aprendizaje orientado a la reinserción activa de los Adultos mayores de Sgo. del Estero"(1998-2000)

- Documentación del Programa Educativo de Adultos Mayores de la Universidad Nacional de Sgo.del Esreoro (PEAM-UNSE) y de Programas y Cursos ofrecidos a las personas mayores en nuestro país.

* Trabajo publicado en la Revista Escuela Abierta. Revista de Investigación Educativa del CEU - Centro Universitario adscrito a la Universidad Hispalense de Sevilla (Centro de Enseñanza Superior Cardenal Spínola)- vol.3, 1999. Sevilla (España). - pp.103-133. Con motivo del Año Internacional del Adulto Mayor se realizó un Monográfico de Mayores ( publicación especial) que incluye el artículo antes mencionado.

 

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