Ramón y Cajal
Dr. Benito
Mario Guerstein
bubi@terranet.com.ar
Hijo de Justo Ramón y de Antonia Cajal, Santiago Ramón y Cajal perdió a su hijo Santiago, de veintinueve años, en el 11. Le quedaban Fe, Paula, Jorge,
Enriqueta y Pilar. Tanto para él como para su mujer, Silveria Fañanás, la pérdida del hijo significó el primero de los grandes golpes que experimentó el científico, que tenía entonces cincuenta y nueve años.
En el 6 había obtenido el Premio Nobel de Medicina, compartido con el italiano Camilo Golgi, más otros galardones no menos importantes, así como el reconocimiento de todos los países. No obstante ello, prosiguió con sus investigaciones de tinción de aparatos nerviosos, y en el 12 publicó el libro "La fotografía de los colores".
La Primera Guerra Mundial le hizo perder conexión con los colegas europeos, los renombrados Waldeyer, Edinger, Déjerine, Retzius y Van Gehuchten, que después fallecieron. Asimismo, la hecatombe, con sus crímenes y su destrucción, sumieron a Ramón y Cajal en el más grande de los desalientos.
En el l8 publicó su "Manual técnico de Anatomía Patológica", y en el 20 su libro "Charlas de café", relatando las tertulias en el Café Suizo desde 1893 y por veintisiete años. Por resolución superior, se decretó el mismo año 20 la fundación del Instituto Cajal. El 22 se jubiló como profesor, a los setenta años, recibiendo muchos homenajes, entre otros la publicación de un libro, escrito por no menos de treinta especialistas extranjeros en neurociencias; se dio su nombre a muchas calles de España, y se le erigieron algunas estatuas. Esta última clase de galardones no fue bien recibida por Ramón y Cajal, quien era un hombre de condición humilde, condición que no abandonó nunca.
En el 26 murió Camilo Golgi, con el que había compartido el Premio Nóbel. No obstante ello, diferían en lo fundamental, ya que mientras Golgi se aferraba a teorías suyas más antiguas, Ramón y Cajal elaboró la "teoría de la neurona", revolucionando la neurología desde entonces y hasta ahora.
En el 30 murió su mujer, Silveria Fañanás, después de cincuenta y un años de matrimonio. Este golpe, acaecido a los setenta y ocho años del científico, parecía terminar con su vida y con su obra. No fue así, ya que en el 33 publicó su famoso "¿Neuronismo o reticularismo?" como un abierto desafío a la "Teoría reticular de Golgi", frente a la suya, que constituye la "Teoría de la neurona".
En mayo del 34, año de su muerte, publicó "El mundo visto a los ochenta años", con una frescura juvenil y con una riqueza de vivencias y de experiencias que asombraron a sus ávidos lectores.
Murió el 17 de octubre, a los ochenta y dos años.
En el caso de Ramón y Cajal, científico de raza, es imposible no hablar de sus discípulos, que fueron legión. Todos nos "sentimos" sus discípulos, aunque en mi caso por el camino de Ramón y Cajal a Pío de Rio Hortega; de Rio- Hortega a Herberto Prieto Díaz y de Prieto Díaz a mí, el que esto escribe, en el año 47, en La Plata. Después lo explicaré.
Los grandes discípulos de Ramón y Cajal fueron Tello Muñoz (1880-1958); Castro y Rodríguez (1896-1967); Lorente de No, nacido en 1902; Rio-Hortega (1882-1945). Cada uno de ellos merece un vasto capítulo aparte. Rio-Hortega fue el más próximo a los argentinos, ya que vivió en Argentina del 40 al 45, año de su muerte, y enseñó a Prieto Díaz, que fue mi profesor de Histología y Embriología, en el 47. Admiramos mucho a Prieto Díaz sus alumnos de entonces. Es importante sentirse ligado, aunque sólo sea a la distancia, en el tiempo, con un ilustre maestro de la talla de Ramón y Cajal.
Dijeron Norton y Samson: "El núcleo central de los descubrimientos de Cajal es la teoría neuronal, que continúa inconmovible en la actualidad". Dijeron Bernhard y Skoglung: "Adelantándose mucho a su época, Ramón y Cajal realizó incontables descubrimientos...". Dijo Lugaro:"...se puede decir que Cajal, por sí solo, ha producido más que todos los otros neurólogos juntos". Preguntó el gran Sherrington, con profunda admiración: "¿Será mucho decir que Cajal fue el anatómico del sistema nervioso más grande que se ha conocido?". Dijo Severo Ochoa, y no podemos dejar de ponerlo aquí: "...porque Cajal era un hombre absolutamente excepcional, y su talla humana y científica era la de los hombres como Galileo, Newton, Darwin o como Pasteur, cuya obra e ideas han perdurado y perdurarán siempre". Dejo para el final lo que escribió lacónicamente Ernesto E. Giolitti, a quien este escrito está dedicado, sobre Ramón y Cajal: "Hombre impresionante".
Algo así como "sin palabras..."
Dr. BENITO MARIO GUERSTEIN