ERIC HOBSBAWM.
Un maestro del pasado, testigo del siglo XX
Prof. Ana
Barletta
abarletta@infovia.com.ar
En octubre de 1985, frente a unas mil personas en la New School for Social Research de New York (en donde era Profesor Visitante), Eric Hobsbawm, uno de los grandes historiadores de la segunda mitad del siglo, se definió a sí mismo como formando parte de una "pandilla" de viejos amigos, colegas, compañeros y, a veces, sparrings ; representantes de la generación de los años '30 y '40. "Seguramente somos, todos nosotros, seguía diciendo, "historiadores radicals", pero no creo que seamos la radical history. Nos vemos a nosostros mismos -al menos yo lo hago- como parte de una corriente más amplia de radical history, de izquierdas o populista que ha existido por mucho tiempo en la mayoría de los países, y desde luego en Gran Bretaña y los Estados Unidos: del lado del pueblo contra los ricos y poderosos, en oposición a los gobiernos y grupos dominantes, a favor de la razón en contra de la superstición, crítica de la reacción. (...) yo he percibido mi trabajo... como una defensa y una continuación de la tarea de liberal-radicals,...socialcristianos... y fabianos... (...) nos vemos a nosotros mismos estando de su lado contra la reacción, y creo que ellos se hubiesen visto a sí mismos de nuestro lado. Ambas partes saben que a Tom Paine1 no le hubiesen gustado Ronald Reagan o la señora Thatcher"
Hobsbawm tenía casi setenta años cuando pronunció esta autodefinición en una época cargada de incertidumbres, a pesar de lo cual, siguió sintiéndose parte de una contracorriente y, a la vez, de una tradición. Es notable cómo sigue conservando el mismo espíritu que se refleja en una obra extensa que lo ha convertido en uno de los autores más destacados del siglo XX, reconocido por sus pares y, a la vez, leído por diversos públicos.
Nació en 1917, en Alejandría, cuando Egipto formaba parte del imperio británico, pasó su infancia en Viena y Berlín, de donde su familia volvió a Inglaterra cuando Hitler llegó al poder. El componente autobiográfico que encontramos en su obra nos lo muestra como hijo de padre judío y madre austríaca que se conocen en Alejandría en 19142 (justo cuando para nuestro autor, al estallar la Gran Guerra, puede considerarse que se acaba toda una época, la del esplendor de la sociedad burguesa, nacida de la doble revolución del fines del siglo XVIII: la revolución industrial en Inglaterra y la revolución política en la Francia de 1789), lo que lo convierte en un testigo de lo que más adelante denominaría "el corto siglo XX"
Marxista desde que fue a la escuela, se incorporó en Cambridge al Partido Comunista Británico, del que no se apartó en la crisis de 1956, cuando el Grupo de Historiadores del Partido Comunista se disolvió. Notable fidelidad, paralela al ejercicio de su oficio, que duró hasta la desaparición reciente del PCB y que no interfirió en la calidad de una obra que contribuyó ampliamente a desarrollar la historiografía marxista por un lado y, a la vez, a la transformación de la historiografía a secas, socavando los fundamentos de la "concepción rankeana" de la historia, la historia institucional predominante hasta la Segunda Guerra mundial. Producto de esta preocupación constante desde los primeros años de su carrera, en 1952 dio nacimiento, como miembro fundador, a la revista de historia Past and Present que se convirtió, justamente, en uno de los focos de renovación de la historiografía mundial y que todavía hoy sigue publicándose con regularidad.
Fue de los primeros que se interesó por el nivel de vida de los trabajadores más que por su ideología, por sus rituales y creencias, sus sindicatos y sus huelgas, por las raíces metodistas de la conciencia obrera. Rebeldes primitivos (1959), Trabajadores (1964), Mundos del trabajo (1984) son algunos de los títulos más difundidos. Sería largo enumerar todos los temas sobre los que ha trabajado: desde la crisis del siglo XVII, pasando por el origen del capitalismo industrial, la transición del feudalismo al capitalismo, la "fabricación de naciones" y el nacionalismo, o la revisión de la historiografía de la revolución francesa, hasta su interés actual por el siglo XX.
Entre nosotros, es conocido desde que en la década del '60 comenzaron a llegarnos sus síntesis interpretativas acerca de las transformaciones del mundo desde 1789, que luego continuaron hasta abarcar dos siglos exactos de historia que ha dividido en cuatro edades, periodización cuyo resultado tenemos en cuatro libros insustituibles: Al primero (1962), La era de la revolución 1780-1848, escrito alrededor de los 45 años, le siguieron: casi a los sesenta, en 1975, La era del capital 1848-1875, La era del Imperio 1875-1914, en 1987, a los 70 y La era de los extremos. El corto siglo XX 1914-19913 (1994) a los 77 años.
La historia del mundo desde la doble revolución hasta el estallido de la primera Guerra Mundial, que constituye el contenido de los tres primeros libros, corresponde a la época que denominó "el largo siglo XIX", signado por los términos: revolución, capital e imperio. Y, últimamente "el corto siglo XX", también signado por términos fuertes: catástrofes, guerras, derrumbe del socialismo y triunfo del capital. Accedemos, gracias a esta tetralogía de madurez, a la comprensión de lo más grande: la evolución de la totalidad del desarrollo de la sociedad burguesa desde su emergencia, esplendor, expansión y confrontación con una nueva sociedad alternativa hasta el derrumbe de esa alternativa y el triunfo (¿definitivo?) del capitalismo.
Desde su jubilación, en 1982, ha seguido escribiendo y viajando por el mundo, invitado por Universidades, historiadores, editoriales; fue así cómo estuvo en Buenos Aires, en 1998, cuando la Editorial Crítica lanzó al mercado la republicación de su tetralogía de dos siglos en edición de bolsillo.
En Entrevista sobre el siglo XXI, que acaba de ser publicado (y que si seguimos los rankings de libros más vendidos, lo vamos a ver, con seguridad, por unos meses en los primeros puestos) a los ochenta y pico, Hobsbawm nos sigue ofreciendo su balance del último siglo y se anima todavía a identificar cuáles serán algunos de los desafíos que deberemos enfrentar en los tiempos que se vienen. Todavía preocupado por la política, nos muestra cómo las estructuras de ésta se han ido adaptando de tal modo a la sociedad de consumo moderna que ya no dejan más espacio a la esencia misma de lo que el filósofo alemán Habermas (otro "viejo famoso" como él, al que nuestro historiador cita) definió como "esfera pública". En relación a la impotencia que muchas veces experimentamos, en la actualidad, frente a una realidad muy difícil de cambiar, Hobsbawm nos advierte, a través de sus respuestas en este reportaje, que eso a lo que hoy seguimos llamado política tal vez haya dejado de serlo y que, en el siglo XXI, haya que aprender cómo se puede hacer política de una nueva forma. Nos dice: "pero el problema real es: ¿eso es todavía política?... Del mismo modo que algunos se equivocaron al afirmar que la historia había terminado, no quiero equivocarme también yo diciendo que la política ha terminado. Pero creo que la despolitización de grandes masas de ciudadanos es un serio peligro porque puede producir su movilización de formas totalmente ajenas al modus operandi de cualquier tipo de política democrática..."4
Política, historia, memoria, su propósito sigue siendo todavía, al final de su vida, "...comprender y explicar por qué los acontecimientos ocurrieron de esa forma y qué nexo existe entre ellos" y continúa: "Para cualquier persona de mi edad que ha vivido durante todo o la mayor parte del siglo XX, esta tarea tiene, también una dimensión autobiográfica ya que hablamos y nos explayamos sobre nuestros recuerdos (y también los corregimos). Hablamos como hombres y mujeres de un lugar concretos, que han participado en su historia en formas diversas. Y hablamos, también, como actores que han intervenido en sus dramas -por insignificante que haya sido nuestro papel-, como observadores de nuestra época y como individuos cuyas opiniones acerca del siglo han sido formadas por los que consideramos acontecimientos cruciales del mismo. Somos parte de este siglo, que es parte de nosotros".5
Notas
1 Thomas Paine (1737-1809) Revolucionario inglés cuyas obras, El Sentido común y La crisis anticiparon la sustancia de la Declaración de la Independencia norteamericana y, cuando en 1791 defendió a la Revolución francesa de los ataques de la reacción conservadora con su libelo Los derechos del hombre, fue acusado de alta traición en Inglaterra y fue acogido como miembro de la Convención girondina en París con todos los honores. Sirvió también a los gobiernos de George Washington y Thomas Jefferson en los EE.UU. La cita de E.H. es de "Agendas para una historia alternativa" en El Cielo por asalto, Año III, Nº6, verano 1993/94.
2 Ver "Introducción" de La Era del Imperio, labor Universitaria, 1990
3 Este último fue traducido al castellano con el título Historia del siglo XX, Crítica, Barcelona, 1995
4 Anticipos del libro en Diario El País, Madrid, 11/3/2000
5 "Vista panorámica del siglo XX" en Historia del Siglo XX, Op, cit., 13.