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Vecindades entre Literatura y Psicoanálisis

La ficción de lo in-cierto a lo verdadero
20/04/2001

Silvia Cislaghi

Parto aquí de la base que el concepto de Ficción es tan preciado para la literatura como para el Psicoanálisis. Trataré de ir aclarando esta idea y las consecuencias que extraigo de ella.

Me interesa particularmente pensar y discutir con Uds. este valor de la Ficción en términos específicamente de lo que serían sus efectos y de lo que significa en cada una de estas prácticas "el Poder de la ficción".

Creo imprescindible distinguir aquí que cuando me refiero a la ficción y sus efectos, lo hago en relación a aquellos relatos que se sitúan en un más allá de lo verificable, es decir que no se trata ni de los que se proponen contarnos una verdad, ni de los que se asientan en el campo de lo falso. Hablo de la ficción que no se ajusta ni se opone a la verdad, sino que complejiza la relación entre ambos campos. Es asi que el relato ficcional construye una verdad como efecto. Y es ahí que, no nos informa de nada, tampoco es un mero entretenimiento, sino que su credibilidad no depende de ninguna referencia con el campo de la realidad. De qué depende entonces? Es alrededor de esta pregunta que he podido puntuar algunas cuestiones que hacen a este paradojal estatuto de la ficción, en relación a las categorías de lo verdadero y lo falso, y el tratamiento realizado con ella en las dos prácticas aludidas.

La cuestión del Poder es uno de los temas predominantes hoy en el debate de las

ciencias sociales. Quién podría dudar en la actualidad de que el poder es ante todo el poder económico? Pero cuáles son las sutiles pero no dezdeñables formas de ejercer poder que tenemos los que no somos dueños del poder económico? Y cuál es hoy el resorte fundamental desde el cual construye su poder el poder?

Cito a Paul Valery en una frase que me sirve para ir directo a la cuestión que me interesa: "La era del orden es el imperio de las ficciones, pues no hay poder capaz de fundar el orden con la sola represión de los cuerpos con los cuerpos. Se necesitan fuerzas ficticias".

Es decir, que se gobierna más haciendo ficción, construyendo un relato social de la realidad lo suficientemente creíble, que utilizando la fuerza represiva. Lo que se llama la búsqueda de consenso, la producción de una opinión pública favorable al poder, el discurso hegemónico dominante.

Este sería un estatuto de la ficción, aquella que es en realidad una red de relatos sociales que van variando según los momentos históricos, en donde justamente hoy, uno de los pilares de ese relato ficcional consiste en hacer creer que "ya todo está escrito". El otro estatuto de la ficción, es aquel construido por los escritores, es decir, es el de la obra literaria.

Mi pregunta es qué acción tienen estas ficciones literarias sobre el relato social?

Es sobre estos dos planos y su relación que me interesa intentar una analogía con dos planos del procedimiento analítico, y ver qué luz nos aporta, a analistas y a escritores.

Quien viene a vernos a nosotros los analistas, tiene generalmente la idea, y sus efectos, que su realidad es "una", que su relato expresa esa realidad, y que su historia es eso que él repite en relación a su pasado. Que todo lo que no recuerda o lo hace distorsionadamente es producto del paso del tiempo, y que podría preguntarle a sus familiares y asi zanjar las dudas. El no sospecha, más que racionalmente, que tomaremos su relato como lo que es, una red de relatos ficcionales que él ha escrito con los significantes que recibió de sus mayores, por quiénes en suma, entró en el mundo de la palabra, y de la sociedad en la que vive, en el tiempo y el lugar que le tocó vivir. Y que es con o contra eso, que construyó esos relatos. Decir que él los ha escrito es un exceso, ya que en realidad él está escrito por eso.

Si mi analogía tiene algún sentido, quizás desde la práctica del Análisis podría responder algo de la pregunta que me he hecho y les transfiero. Pero, precisamente porque acuerdo con Freud en que los creadores literarios se nos han adelantado en mucho a nosotros los psicoanalistas, que he preferido tomar el asunto por el otro lado, es decir, intentar dilucidar algo del saber que nos aportan.

Para eso, comenzaré por tomar algunas referencias freudianas a la cuestión de la creación literaria.

En un texto del año 1907 que se llama "El delirio y los sueños en la "Gradiva" de W.Jensen, Freud interrogándose justamente sobre la relación entre ésta y su método psicoanalítico dice: "Lo probable es que nos nutramos de la misma fuente, elaboremos idéntico objeto, cada uno de nosotros con diverso método". Entonces se pregunta por la índole del saber que conduce al poeta a producir su obra. Finalmente concluye atribuyéndole a éste, en el punto del proceso creativo, un saber del que nada sabe, y del que es bueno que no sepa. En suma, un saber-hacer con su Inconciente.

En otro artículo "El creador literario y el fantaseo", renueva estas preguntas bajo otro ángulo, poniendo el acento en esa relación a la que alude el título del trabajo. Creación literaria y fantasía, en la que nuevamente se pone en juego, para mi, el componente de la transgresión. "Transgresión" a lo que se llama realidad efectiva, y transgresión al mandato social de atenerse a esa realidad.

En "La novela familiar del neurótico" trabaja una vez más la cuestión de la fantasía, introduciendo aquí los términos "fantasías noveladas" o "imaginerías", para dar cuenta de ficciones forjadas por el sujeto en torno a un vacío, construídas precisamente con los elementos que lo bordean y lo delimitan. Podríamos entonces extremar nuestra comparación y decir que la creación literaria se forja, a partir de un vacío en el saber?

Este movimiento, repito, que parte de un vacío, no estaría dirigido a colmarlo, es decir a la búsqueda de un saber, ya que ahí estaríamos en el terreno de la ciencia, ni como rechazo de un saber posible, campo de lo psicopatológico, sino como puesta entre paréntesis del saber, en tanto condición misma de la creación. Diría más, si me disculpan el juego de palabras, se trataría de "un saber acerca de que no es con el saber que se crea, por el contrario es con el límite al saber, lugar donde éste encuentra su tope, su falla, es decir, el campo de la verdad.

Hemos llegado a una aparente paradoja. La ficción entonces: hermana de la verdad?

Dejo en suspenso esta pregunta por ahora.

Entonces, el polo de atracción para ambos, escritor y analista, o como dice Freud "el idéntico objeto" sería lo imposible de saber.

 

Si tomamos al Destino como "lo que ya está escrito" y a la literatura como "lo que está por escribirse siempre", entonces Destino y Literatura se oponen y se excluyen. Incluso tomando en particular, ya no la literatura en general, esa novela que ya está escrita, como decía Borges: el hecho estético se produce en el encuentro del lector con el libro, y es por eso que se escribirá cada vez que sea leída.

La tarea de un analista es, en cada encuentro con un analizante, hacer de un Destino literatura.

El que viene a vernos, el que sufre, viene porque ya se abrió para él alguna ventanita por la cual sospecha que ese muro contra el que viene chocando, siempre igual, podría no ser tan sólido, tan monolítico. Empieza a tener la leve sospecha de que algo puede re-escribirse de algún otro modo que como "ya está escrito" para él.

Lo que se daba por cierto, pasará, si se dá un análisis, a ser in-cierto, a través de la generación de un espacio, donde verdad y falsedad muestren su estructura de ficción, y de alli a la producción de "lo verdadero" en términos singulares para ese sujeto, es decir aquella ficción que se escriba alli como literatura, o sea, que no deje nunca de estar escribiéndose.

Cómo trabaja la novela los relatos sociales? Cuál es su poder en relación a éstos?

Tal vez resulte altamente utópico, casi inocente, hablar hoy del Poder de la literatura. Mundo de la imagen, del instante, del zapping. Pero es justamente porque ese mundo diremos de la televisión, para englobar y darle un nombre a lo que predomina como medio de "comunicación" en nuestros días, decía que es precisamente por allí por donde circulan más poderosamente las ficciones del imaginario social. Tiempo de la inmediatez más absoluta.

Donde reina el instante de la mirada, escasea el tiempo para comprender y, el momento de concluir no llega nunca, parafraseando los tiempos lógicos del aserto subjetivo que trabaja Lacan en uno de sus escritos.

Ocurre que además de dormir, afortunadamente, el humano necesita tambien despertar. Y ahí es donde el arte, y en este caso que estamos hablando, la literatura, viene a cumplir su función.

En su libro "Crítica y Ficción" dice Ricardo Piglia: "El problema para mi no es armar la trama, sino encontrar el tono de un relato. Narrar es narrar en un ritmo, en una respiración del lenguaje, cuando uno tiene esa música, la anécdota funciona sola, se transforma, se ramifica... El avance de la historia depende siempre de ese tono, de ese ritmo que no creo que se pueda asimilar de un modo directo al estilo: se trata más bien de un movimiento, algo que pasa entre las palabras y no con ellas".

Esta afirmación de Piglia me pareció muy esclarecedora, ya que habla precisamente de esta función para mi inalienable de la literatura, que no tiene que ver tanto con un instante de la mirada, ni con un tiempo para comprender, sino más que nada con un momento de concluir, en el sentido en que Lacan lo trabaja, como tiempo del acto subjetivo, tiempo de precipitación de la verdad, es decir, con el despertar.

Es por eso que entiendo que la literatura nos entretiene tambien en algún sentido, pero nada de eso en otro. No nos entretiene de nosotros mismos, si es literatura, más bien sacude nuestra silla, es decir, nuestros soportes.

En relación a la cuestión de la interpretación analítica, dice Lacan en uno de sus últimos seminarios, que "la verdad despierta según el tono con que es dicha". Y es ahí donde nos indica que "no hay más que la poesía que permita la interpretación", pero no por el lado de lo bellamente dicho, sino por el lado del forzamiento sobre el uso común de la palabra, y en dirección opuesta al sentido. Ya que, afirma, que el sentido es lo que resuena con la ayuda del significante, mientras que la poesía es resonancia del cuerpo.

Esta vertiente de la interpretación, entonces, incomoda, sacude, despierta.

Decía antes que se gobierna más que nada en base a ficciones. Cuando hablo de política, lo hago en el sentido del discurso político.

Es desde ahí que digo que si el discurso político y aquellos otros que se enrolan en él, es un discurso adormecedor, es porque se sostiene en el colmo del sentido, que es el "sentido común", y desde allí nos dice quiénes somos, cómo somos y como vamos a ser. Es un discurso de ideales, yo creo que no es cierto que no existen más los ideales, claro está que predominan los menos solidarios y utópicos, pero es un discurso cargado de ideales. La democracia hoy se ha convertido en uno indiscutido, ya sabemos las cosas que se hacen en nombre de ella. Y es este factor de lo "indiscutido" lo adormecedor por excelencia. Si ya hasta la mayoría de los intelectuales hablan como los políticos. Hay cosas que no se deben decir porque "queda mal".

Cito una vez más a Piglia cuando dice que "Si la política es el arte de lo posible, el arte del punto final, entonces la literatura es su antítesis. Nada de pactos ni transacciones, la única verdad no es la realidad".

Y es en este punto que afirmo el poder de la ficción literaria, que es en sí misma, lo que hace resonar en nosotros, una verdad, en tanto efecto, efecto de verdad, en lo que justamente no es realidad. Eso que no es cierto, pero es verdadero. Diría más, más verdadero en tanto que no es cierto.

Preguntas

Pregunta: Me gustaría que ampliaras un poco la cuestión del vacío en la creación literaria, y el tema de la poesía y la resonancia en el cuerpo.

Silvia Cislaghi: La idea es situar el límite en relación al saber jugando en el punto de la creación. Para ello he tomado la articulación de los conceptos de saber y verdad que trabajamos en psicoanálisis. Fundamentalmente planteo que en la instancia de la creación misma, su resorte, su clave, estaría en este punto en que el saber encuentra su límite, que sería el de "lo indecible" como causa del decir. Lugar de un vacío alrededor del cual toda ficción es posible. Porque es justamente en los bordes de este vacío que se podría escribir, asi como es porque algo no puede decirse que podemos decir. Se trata de esto que Freud y luego Lacan ubican como un Imposible lógico. Lo que "no cesa de no escribirse" es lo que hace que el movimiento de escritura no se detenga. Hay como una vuelta a ese lugar obligado por la estructura.

Pregunta: Me parece que tiene que ver con ubicar el vacío como el lugar de la causa del decir, del escrito, de lo que arma la ficción, y luego aquel vacío que queda más cernido como lugar de resto, de caída, al final por ejemplo de un análisis, o en la interpretación misma.

Silvia Cislaghi: Claro, precisamente. Y en relación a esto viene la otra parte de la pregunta en cuanto a la poesía. Cuando Lacan habla de la poesía más que nada en la última parte de su obra, está ubicando una vertiente de la interpretación más ligada al registro de "lo real". No vamos a entrar aquí demasiado en la delimitación de los registros, pero para quienes no están interiorizados de esto, aclaro que ese "real" no es el de la realidad, sino que hace un espacio más allá de lo simbólico, justamente lo no aprensible por lo simbólico. Se trata entonces de una interpretación, de la cual él dice "no hay más que la poesía que la permite", que no está en la línea del sentido, que se vale del modo y del forzamiento del uso de la palabra. El sentido es lo que resuena con la ayuda del significante, ahí estamos en la vertiente del desciframiento, donde esta resonancia nos lleva a deslizarnos en la cadena significante, en la que una significación siempre nos conduce a otra. Esta otra vertiente, contraria al sentido, es la que ubica como resonancia del cuerpo, en donde, podemos decir se ponen a jugar más fuertemente lo que tiene que ver con lo perceptivo, "lo visto y oido" en términos freudianos, los objetos pulsionales, el goce lacaniano. Esto que hace, como decía Borges, que una buena poesía nos lleva a leerla en voz alta. La voz, la modulación, el tono juegan aquí un papel fundamental.

Pregunta: Quisiera preguntarte en relación a esto que decís de la política, porque me parece que no hay una sola política sino que hay muchas. Creo que hay una política que tiende a la homogeneización, a borrar toda diferencia, pero tambien hay otras.

Silvia Cislaghi: En relación a esto yo no hablaba de políticas sino de "discurso político", tal como Lacan define los discursos que están en la base del lazo social. Y decía entonces que este discurso político es en si mismo un discurso totalizador, que se sitúa sobre la certidumbre. Juan José Saer dice que la condición esencial del escritor es la disponibilidad para la incertidumbre. Precisamente en ese punto estoy ubicando estos dos discursos en oposición, en tensión, en conflicto, porque el discurso político necesariamente, sin cuestiones valorativas, tiene que transitar en el eje de la certidumbre y de lo totalizador. Creo que la literatura, y a otro nivel, el psicoanálisis, lo que hacemos es poner en primer plano las invisibilidades, las fracturas, los pliegues de todo aquello que se presente como totalizador.

Comentario: Esto del discurso político a mi me resonaba en relación a la tragedia griega ... la intención de que sea el bien común, el bien de todos ... vemos que Antígona entra al Hades viva, cuando en realidad la condición para entrar al Hades es entrar como muerta ...

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