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Centro de Salud Mental Nº 3 "A. Ameghino"
Comité de Docencia e Investigación

Jornadas 2002
El amor en tiempos de colera: actualidad de la transferencia
28, 29 y 30 de octubre de 2002 - Centro Cultural General San Martín

Reportaje a Eduardo Smalinsky

Realizado por Claudia Griffa

Eduardo Smalinsky: Trabajo desde  hace casi 20 años en el  C.S.M.N*3 “Ameghino” y en su escuela de Post-Grado como analista, supervisor y docente. Fui docente de Historia de la Psicología, Psicopatología y Clínica Psicoanalítica en la UBA y en la U.N.L.P.

Como la mayor parte de mi generación tuve una formación que estuvo orientada por la obra de Freud y de Lacan, desde hace unos 10 años comencé a interesarme en Winnicott y a partir de allí empecé a leer a los denominados post-freudianos, a Ferenczi, Abraham, Klein, al llamado grupo intermedio de la Sociedad Británica de Psicoanálisis, a Khan, Pontalis, Green, Laplanche, Dolto, Aulagnier, Mannoni, a psicoanalistas argentinos como Langer, Blejer, Liberman, Racker, Grimberg, Ulloa y Rodrigué.

Me pareció que hay algo muy significativo en la historia del psicoanálisis, y que es muy productivo el leer a estos autores, como a otros en el contexto en el que desarrollan sus ideas. Determinar quienes son sus interlocutores y cuales son los problemas clínicos, teóricos y políticos que están en juego. No creo en un psicoanálisis último modelo, ni que los desarrollos contemporáneos impliquen la superación de las ideas que fueron construyendo esta disciplina.

C.G.: Coméntame acerca de tu interés por el tema de la contra-transferencia, que fue sobre lo que hablaste en estas jornadas.

Eduardo Smalinsky: El concepto de contra-transferencia es a mi entender un buen ejemplo de cómo la historia del psicoanálisis,  es también la historia del rechazo del inconciente a lo largo del tiempo e incluso en nuestro presente.

Me llamó la atención como Freud advirtió que este concepto que era importante y central, constituía un problema para integrar al Psicoanálisis al campo de las ciencias y se ocupó de que no circulara en un medio poco receptivo.

Me interesó como Ferenczi le asigna un lugar privilegiado a la contratransferencia. Desde su perspectiva, el desatenderla era una forma de renunciar a toda eficacia clínica.

El lugar de Ferenczi fue sumamente controvertido, pero todos los desarrollos explícitos o implícitos sobre el tema surgen de el.

El problema de la contratransferencia es semejante a otros problemas de la práctica analítica en que aunque se manifieste lo contrario, hay una tendencia a la técnica, a la repetición del lado del analista, a la impostura, y esto es atribuible a todos los “ismos”, es decir: Freudismo, Kleinismo, Lacanismo.

El cuestionamiento central que Lacan hace a la contratransferencia, aludía a un contexto en que en su nombre los analistas proyectaban masivamente sobre sus pacientes todo lo que se les ocurría, lo que llevó a un empantanamiento especular a muchos tratamientos.

Lacan nunca dijo que los analistas no experimentaran sentimientos en relación a los analizantes, dijo que estos sentimientos debían quedar fuera del análisis y para eso es primero necesario reconocerlos.

En la línea del reconocimiento de estos elementos psíquicos en el analista, existe una hipótesis desarrollada primeramente por Ferenczi, de que aquello que no es posible de ser recordado porque no fue experienciado vuelve en la transferencia como repetición. Se repite allí donde el Otro faltó a la cita, se repite donde el Otro fracasa, donde falta la falta. La contratransferencia sería la manifestación de aquellos elementos, que al no poder ser recordados, aparecen como originados psíquicamente en el analista, y son efectos de la transferencia sobre la persona del analista, sobre la subjetividad del análisis.

Por eso lo fundamental en principio, es que el analista debe abstenerse de hacer lo que hace el analizante, debe abstenerse de repetir, de actuar. Es necesario reconocer la contratransferencia, primero para no actuarla, segundo para considerarla y advertir que incidencia podría tener en el análisis.

En todo esto es fundamental el análisis del analista, como tal, como supervisión o como análisis de control y aún como autoanálisis que es la mediación psíquica que puede introducir el analista.

C.G.: Que relación habría entre estos fenómenos y un acting?

E.S.: El acting es una de las maneras de no recordar. Lacan señala que el acting es un llamado al otro para el armado de una escena, en donde es deseable que el analista a ser soporte de esta, justamente por la vacilación fantasmática que implica.

C.G.: ¿A que llamas fracaso?

E.S.: Cuando se piensa a la falta como estructural y estructurante, se genera el problema de pensar que sucede cuando falta la falta, o como dice Lacan que el análisis fracasa cuando el analista no falla, es decir no entrega su falta.

Cuando pensamos en el Otro primordial, hablo de los padres, o de los que ocupan ese lugar, estos son responsables de sostener una experiencia que funciona como tal en tanto haya una adaptación a las necesidades del niño, si no existe esta adecuación, la experiencia fracasa, y allí no hay una falta, una falla, se trata de la dimensión del fracaso, porque si no hay una adaptación del Otro al niño, el niño no constituye una experiencia, no constituye una experiencia de falla, y si no hay experiencia es el niño el que no se constituye subjetivamente. La ausencia de experiencia es fracaso.

Que la experiencia de satisfacción sea mítica, quiere decir que la experiencia de falla de inscribe en una experiencia que intenta renovar fallidamente la satisfacción.

El fracaso del Otro acontece, pero no se tiene experiencia de el. Si un niño es abandonado a sus tendencias pulsionales, mas tiempo del que puede tolerar su aparato psíquico, no va a hacer una experiencia de eso, y eso va a retornar en el campo de la repetición.

En el análisis nos encontramos con el problema y la posibilidad de constituir las condiciones para el desarrollo de una experiencia. Es una experiencia en donde el Otro atiende a las necesidades del sujeto y es también una experiencia en donde a partir de ello se pueda inscribir una falta. Como se ge, el acento se desplaza de la estructura a la experiencia. Hablo de la experiencia como fenómeno complejo, que integra lo objetivo y lo subjetivo. La experiencia no es asimilable a la empiria, tampoco es lo simbólico, aunque es condición de su posibilidad.

C.G.: ¿Como se presenta en la práctica?

E.S.: Los fracasos del Otro pueden presentarse de múltiples formas. Las crisis de angustia que según el D.S.M.4 se llaman “Ataques de pánico” implican no a la angustia como señal, sino a una angustia primitiva y constitutiva que por Ej. Winnicott denomina “angustias impensables” a el “Fear of breakdown” que se traduce como terror al desmoronamiento, en donde se teme a una “muerte” por venir en el futuro, pero que aconteció en el pasado y de la que no se tuvo una experiencia. Eso es una de las formas de manifestación del fracaso del Otro.

Las fobias transitorias que pueden aparecer en el transcurso de un análisis, pueden ser la manifestación de una regresión libidinal, favorecida por el dispositivo, que intenta recrear las condiciones para la constitución de una experiencia que no pudo ser. El analista es ubicado como Otro, y la fobia intenta organizar y estructurar por Ej. el espacio, el adentro, el afuera, el umbral y su atravesamiento. Arma un espacio transicional y en este sentido es sumamente productiva, es una modalidad peculiar y regresiva de constituir una experiencia.

C.G.: ¿Esto del fracaso, si es una experiencia originaria, podría tener otras consecuencias?

E.S.: Las consecuencias de esto se pueden ver en una gran cantidad de pacientes que llegan desposicionados subjetivamente, dessubjetivados, en posición de objeto, muchas veces desesperados, y lo que buscan desesperadamente es un alojamiento, otro que los reconozca, que les dé un lugar, que sabemos que es una operación inversa a lo que se piensa como operación analítica.

Lo que sucede es que si hay fracaso, no hay posibilidad de ninguna determinación subjetiva. No hay Otro y por lo tanto no hay sujeto. El fracaso afecta la alienación y esta no permite un posicionamiento subjetivo. Cuando el analista se ubica transitoriamente como Otro, su trabajo apunta a un efecto alienante, de reconocimiento, de identificación, una operación contraria  a la que se aplica en el análisis

C.G.: Con estos pacientes este trabajo de alienación ¿sería equivalente a aportar significantes o a proveer un soporte en términos de Winnicott?

E.S.: Si, pero tampoco de cualquier manera. Se tratará de atender a lo que le sucede al paciente y es determinante que el aporte de significantes que done el analista apunten a que el paciente se pueda reconocer en lo que se dice de el, a que el paciente se identifique con ello. En términos de saber y verdad, el analista aporta un saber sobre el sujeto, que no es otra cosa que una ficción,

Una ficción que en algún momento mostrará algo de su déficit para circunscribir lo real. Ese déficit, será del orden de la falta, si el analista no se expone a que se haga este uso de el, precipitará un nuevo fracaso.

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